Cómo reconocer y prevenir el Síndrome Reproductivo y Respiratorio Porcino (PRRS)

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escrito por Germán Piquer

Autores:  DVM, PhD Mateu Enric, DVM MSc Laura Alarcón

Introducción

El síndrome reproductivo y respiratorio porcino (PRRS) es una de las enfermedades que mayor impacto económico han tenido en la producción porcina mundial en los últimos 30 años. Actualmente se reconocen dos especies de virus del PRRS: PRRSV1, predominante en Europa pero también presente en Asia y en los Estados Unidos y PRRSV2, originario de Norteamérica y presente en Latinoamérica, Asia y esporádicamente, en Europa.

Hoy en día, en la mayor parte de países productores de porcino la infección es endémica. En América del Sur, tras la reaparición de la infección en Chile hace unos años y la reciente declaración de la enfermedad en Uruguay, Brasil y Argentina son los principales países libres de la enfermedad.

En zonas libres, el foco de las actuaciones debe centrarse primero en evitar el ingreso de la infección en el área. En el caso hipotético de que se produzca una introducción del virus, la identificación rápida del brote y la puesta en marcha de un plan de contingencia destinado al confinamiento de la infección en el mínimo número de establecimientos y a su rápida erradicación es perentorio. Si finalmente la infección se instaura, deberán sopesarse todos los beneficios y problemas de autorizar la vacunación para minimizar el impacto. Debe señalarse aquí que puesto que las vacunas más efectivas son las vivas atenuadas, la vacunación está absolutamente desaconsejada en zonas libres. En el presente artículo vamos a revisar estos aspectos de prevención, vigilancia y control.

¿Cómo prevenir el ingreso del virus en un país o zona libre?

Para responder adecuadamente a esta pregunta, en primer lugar tenemos que conocer las vías de transmisión y algunas características clave de la patogenia de la infección. El virus puede llegar a una explotación de diversos modos: a) por el ingreso de animales infectados, b) mediante fómites en los que se puede incluir desde material contaminado, botas o ropa contaminada y, sobre todo, las jaulas de los camiones de transporte de ganado, c) eventualmente por una transmisión aerógena, aunque este hecho requiere unas circunstancias particulares y raramente se producirá más de unos cientos de metros o pocos kilómetros.

Obviamente, la principal forma de proteger la integridad sanitaria de un país frente al virus el PRRS es el establecimiento de cuarentenas de las que no se liberarán los animales hasta que no pueda probarse que están libres de la infección. A este respecto, y en el ámbito concreto de América del Sur, existen una serie de regulaciones de Mercosur que establecen las condiciones y requerimientos para estas importaciones. Idóneamente, estas cuarentenas deberían realizarse en un puerto de entrada al país. El semen también puede ser una fuente importante de infección puesto que los machos infectados pueden eliminar el virus por las secreciones seminales durante unos dos meses.

En cualquier caso, ningún país libre debería aceptar animales con una serología positiva y. mucho menos con una PCR positiva (presencia de virus en el organismo), independientemente de si el resultado positivo es fruto de una infección o de una vacunación en origen. Hay que señalar aquí que un animal infectado o vacunado suele desarrollar anticuerpos en un período de entre 7 y 14 días desde el inicio de la infección aunque unos pocos pueden tardar hasta 21 días. Estos anticuerpos persisten durante varios meses y son fácilmente detectables por cualquier laboratorio de diagnóstico veterinario. Desafortunadamente, todavía no es posible distinguir mediante pruebas serológicas un animal infectado de uno vacunado por lo que, a efectos prácticos, un animal con anticuerpos se tiene que considerar como potencialmente infectado.

Respecto a la presencia de virus, los animales infectados desarrollan una viremia -presencia del virus en la sangre- que puede durar de semanas a meses en función de la cepa de virus y, sobre todo, de la edad del animal infectado. Durante esta fase la contagiosidad es máxima y la transmisión puede producirse por contacto directo con los fluidos orales, nasales, etc. Una vez que desaparece la viremia el animal puede continuar infectado durante varias semanas o incluso meses pero el virus se halla en el tejido linfoide, siendo la tonsila donde permanece por más tiempo.  De hecho, está documentada la transmisión entre cerditas de reemplazo tres meses después del inicio de la infección. Por este motivo, un cerdo con anticuerpos puede ser un foco de infección, aunque no muestre ningún tipo de sintomatología.

Así pues, la cuarentena en el puerto de entrada debe extenderse por un periodo suficiente como para poder demostrar ausencia de la enfermedad clínica y resultados de laboratorio negativos.

En el caso hipotético de que un animal infectado llegase a ingresar en un país o zona libre, las medidas de bioseguridad de la granja receptora serán muy importantes para contener la enfermedad antes de que pueda tener efectos catastróficos. Por concepto, cualquier nueva entrada de animales (cerdas o padrillos) en una granja debe someterse a un periodo de cuarentena de alrededor de 6 semanas. Esta cuarentena tiene que funcionar con un estricto sistema de todo-dentro/todo-fuera, poseer unas pautas de operación y materiales independientes del resto de la explotación y, tiene que situarse alejada de la zona de producción. Durante el periodo de cuarentena, los animales deben examinarse diariamente en busca de signos de enfermedad y, deberían analizarse de todas aquellas enfermedades consideradas críticas antes de liberarlos al hato de reproductores.

Aparte de estas circunstancias, no debe olvidarse el papel de camiones, otros vehículos y los fómites (botas, overoles, etc.) en la transmisión de la infección. Es por ello crítico recordar que los camiones deben lavarse y desinfectarse adecuadamente antes de cualquier transporte, que todas las granjas deben tener su propio material, incluyendo la ropa, botas y utensilios comunes como lazos, jeringas, etc. y que no debe permitirse el ingreso en la granja a nadie que venga de otra explotación sin pasar por un control mínimo de cambio de ropa y botas y lavado de manos (preferiblemente ducha).

¿Cómo reconocer la enfermedad?

Si a pesar de todas las precauciones el virus llega a ingresar en la granja e infecta a los animales, la detección rápida permitirá contener la posible dispersión de la enfermedad. En el caso de las reproductoras, característicamente la enfermedad se suele manifestar con abortos a partir del día 90 de gestación en los que se expulsan fetos más o menos frescos y fetos momificados. También pueden producirse partos retrasados o prematuros al día 111-112. Es muy frecuente el nacimiento de lechones débiles que tienen muy poca viabilidad. Cuando se produce un brote en una granja libre se ven afectadas muchas cerdas. Habitualmente se suele ver primero a un pequeño número de cerdas que no comen durante 1-2 días antes del aborto. Si se les toma la temperatura pueden tener fiebre baja y, ocasionalmente, se observa algún caso de cianosis de orejas. En infecciones por cepas muy virulentas puede llegar a producirse mortalidad de cerdas. Al cabo de unos días, empiezan a producirse más abortos en las cerdas de último tercio de gestación, con muchos fetos momificados y en 7-14 días se desencadena una auténtica tormenta de abortos que, si no se interviene, puede durar entre 1 y 3 meses. En ocasiones, la infección se manifiesta inicialmente en las maternidades. En este caso, el hecho más destacado aparte de los abortos son los partos prematuros o retrasados y, sobre todo, el notorio aumento de lechones débiles o mortinatos.

En esta primera fase es posible que prácticamente no haya lechones que destetar. Los pocos que llegan a las transiciones van a sufrir mortalidades muy elevadas y van a mostrar sintomatología respiratoria que es la predominante en los lechones. Cabe destacar aquí, que los signos respiratorios son inespecíficos y, a menudo, cuando se realizan las necropsias la mortalidad se asocia aparentemente a otros procesos, muy frecuentemente bacterianos, como la enfermedad de Glässer, infecciones por Streptococcus suis y otros agentes. Ante el aumento inesperado de este tipo de procesos, no está de más descartar la participación del virus del PRRS cuya lesión respiratoria principal es la neumonía intersticial.

En una zona libre, si sospechamos de un brote de PRRS la primera actuación es notificar inmediatamente la sospecha a las autoridades competentes en sanidad animal que van a llevar a cabo los análisis oportunos y van a abrir una investigación epidemiológica. Asimismo, deberíamos inmovilizar inmediatamente la explotación evitando cualquier salida de animales hasta que pueda descartarse la enfermedad.  El personal debería abstenerse de visitar cualquier otra explotación o tener contacto con cerdos hasta que se aclare el origen de la enfermedad.

Reflexiones finales

Los países libres de PRRS poseen una ventaja competitiva importantísima tanto por lo que respecta a los costes de producción con respecto al acceso a la exportación a otros mercados. Es por ello que mantener el estatus de libre de PRRS debe ser una prioridad absoluta del sector porcino. A modo de ejemplo puede citarse que en los Estados Unidos se ha calculado un coste anual atribuido al PRRS de 664 millones de U$ y que en Europa se estima en 126 €/cerda el coste de un brote con otros 50 €/cerda/año adicionales en la fase post-brote. Los esfuerzos destinados a prevenir la entrada de la infección son, por lo tanto, muy rentables. Si por desgracia la enfermedad llegara a ingresar, va a ser crítico saber reconocer la misma tan pronto como aparezca para poder confinarla en el menor número de explotaciones posibles lo que puede permitir su eventual erradicación.

 

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